Estar vendado: Hay una realidad que el yo poético no quiere ver, es la del día, de la cotidianeidad y el orden natural que no entona con su ethos pesimista, le queda como alternativa la noche para desenvolverse, o más aún para proveer a su poesía de un espacio y tiempo acorde con su actitud vital trágica y lúgubre. Este yo poético no ve la alegría ni la vitalidad de la vida, lo que ve es un escenario de muerte y pesadilla que domina su espíritu, en ese trance el Eros es su único aspecto vital y de comunicación.
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